El artículo siguiente es una reflexión publicada por el Profesor Mario Di Santo en su blog personal para G-se. En la misma reflexiona sobre la realidad según su visión en la Formación de Profesores de Educación Física.
Lo publico con autorización del autor y quiero compartirlo con ustedes para que entre todos pensemos y mejoremos nuestra profesión.
Que lo disfruten. Diego
Acerca de la Educación Física que perdimos y la Formación en los Profesorados de Nuestra Región.
Mario Di Santo 10 diciembre 2013
Las reflexiones que vamos a
compartir son relativas a la educación física en Argentina en general y
particularmente en nuestra provincia de Córdoba y son escritas desde la
absoluta libertad en al acto de pensar pretendiendo, vale la pena aclararlo,
que también induzcan al desarrollo de actitudes críticas libres. No solicitamos
estar de acuerdo o en desacuerdo con ellas, sino instar a la reflexión acerca
de problemas que el modelo actual y dominante en la formación de docentes en
educación física no logra superar o resolver. La exposición de las ideas no
sigue criterio de orden alguno y no por eso son incoherentes. Consideremos, más
bien, una modalidad “discontinua” de redacción, apelando al recurso de las
viñetas para distinguir los diferentes tópicos de análisis. Luego de los
intentos iniciales compartí las ideas con algunos colegas, de ahí me tomé el
atrevimiento de anexar esos valiosos aportes.
·
La negación
de la dimensión biológica en la formación de los profesores de
educación física es alarmante. ¿Niegan porque ignoran? Posiblemente sea esa la
respuesta e intentar no ignorar suponga estudiar. Las transformaciones
curriculares de los últimos años en nuestra región dan cuenta de este
progresivo proceso de deterioro. Las razones por momentos esgrimidas por los
promotores de estos cambios son rayanas al absurdo y no es que cueste
entenderlas, directamente son inentendibles. Una estrategia previa fue, al
menos en nuestra provincia, la de juntar y mezclar en una sola materia, llamada
”fundamentos biológicos”, las que antes estaban perfectamente delimitadas y
permitían la profundización necesaria para, en carácter de profesores de
educación física, tomar decisiones pertinentes sobre los sistemas funcionales
de los sujetos. Antes desarrollábamos anatomía aplicada, fisiología general,
fisiología del ejercicio, educación sanitaria, primeros auxilios y análisis del
movimiento. Hoy todo esto está “metido y mezclado” en una sola materia que, a
pesar de los grandes esfuerzos de los profesores, no alcanzan a desarrollar los
contenidos mínimos y elementales que nuestra carrera requiere. Antes era,
inclusive, insuficiente. Ahora es directamente un chiste. La realidad que me
toca conocer es la de Canadá. Allí las materias no tienen nombres raros. Son
las clásicas y se profundizan cada vez más. Entienden que en educación física
tomamos decisiones sobre la dimensión biológica del ser humano y que la misma
no puede ser negada, ni implícita ni explícitamente. Cualquiera sea la edad del
sujeto y su particular contexto. Como profesor del último año de la formación
de grado aquí en la provincia de Córdoba, alarma detectar tantas insuficiencias
en nuestros alumnos: desconocimiento de la anatomía funcional, procesos
fisiológicos elementales no estudiados, nociones básicas de biomecánica
insospechadas. Los alumnos llegan al último año de la carrera sin conocer el
cuerpo humano, sin saber el nombre de los movimientos, sin saber, como mínimo,
nombrar las partes exteriores del cuerpo. A la hora de hacer capacitaciones,
aporta el profesor Mauro Parra, es una vergüenza que simposios y cursos,
relacionados con biomecánica, análisis de movimiento y fisiología del ejercicio
no tengan puntaje, como si no importaran estos contenidos para aplicar en el
colegio.El profesor Sebastián Del Rossoagrega luego de la lectura de los
bocetos iniciales: “Una cuestión que me parece totalmente inconcebible es que
prácticamente no existe la fisiología del crecimiento, maduración y desarrollo
en relación con el ejercicio. Es una asignatura que he dado en varios cursos y
me sorprende ver que tanto alumnos actuales como profesores en actividad no
sepan lo que es el PHV (peak height velocity) y su relación con los estados
madurativos. Entonces surge mi pregunta… ¿en las clases de educación física
actuales los niños/adolescentes no se mueven? ¿en la actualidad se dan clases
teóricas de educación física en las escuelas y colegios secundarios? Ya que de
lo contrario no se puede concebir que un alumno del profesorado de educación
física no conozca la fisiología de un niño pre-púber y sus respuestas
fisiológicas frente al ejercicio o actividad física (ni siquiera hablemos de
entrenamiento)”.Extraño panorama a la luz de que nuestras clases no se
caracterizan por ser, precisamente, aúlicas. Aún las aúlicas deberían tener en
cuenta la dimensión biológica del ser humano. Decían Pierre Vayer y Pierre Toulousse:
“la escuela ignora la existencia del sistema nervioso”. Esta afirmación de la
importancia de la dimensión biológica no supone negar los valores y principios
pedagógicos de la educación física bajo respecto alguno. Una no excluye a la
otra, sino que son concurrentes e integrativas. La compatibilidad es implícita
a la capacidad del docente quien, desde el manejo de sus habilidades como
profesor, puede incluir los valores propios de las dos dimensiones.
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Estamos
siendo impotentes testigos de una progresiva invasión de contenidos que otrora
poco y nada tenían que ver con nuestra carrera. Las actividades
expresivas, las danzas y bailes populares, las murgas y hasta
las actividades circenses (recordemos que, en la mitología
griega, era Circe el dios que transformaba a los humanos en bestias y Orfeo
nuevamente en humanos, lo cual hace aún más paradojal esta transformación en
nuestra educación física). Lo cual resulta extraño, ya que hay muchas carreras
que toman estos contenidos en sí mismos como objeto de estudio y son sus ejes.
Desde ya, cualquier sujeto racional acude, precisamente, a los egresados de
estas otras carreras (teatro, danza, etc.) como recursos confiables para su
enseñanza y no a un profesor de educación física. Estas actividades son legítimas
y altamente respetables. Sólo las objeto como eje de la formación de un
profesor de educación física. Por la institución en la que trabajo ya hace 25
años es difícil encontrar alumnos procurando aprender y mejorar movimientos
gimnásticos y deportivos. Lo que no es extraño es que se te crucen
frecuentemente alumnos vestidos extravagantemente, cual payasos a veces, como
mimos otras, sin la menor capacidad reflexiva del sentido de eso o de lo dejado
de lado. No pude ser el valor diferencial de una profesión lo que es campo de
acción y eje de otras. Como posibilidades auxiliares y complementarias no
revisten mayor objeción. Sin embargo son hoy epicentro de horas y horas de
cursado. Y es, reiteramos, muy poco probable que en carácter de profesores de
educación física el día de mañana seamos requeridos para tales cometidos. El
fundamento de la “libre expresión”, me acota Sergio Lüscher al leer las notas
iniciales, coarta la libertad que implica la condición física mínima para la
salud e ignora la preservación de las capacidades físicas mínimas que el sujeto
necesita para ser independiente y… ¡poder expresarse!
·
Paralelamente
observamos la “recreologización” de la educación física como
rasgo dominante de los últimos tiempos. Me atreví a caracterizar este fenómeno
como “piñonfijización” de la educación física. Y no por mala
intención respecto a nuestro local, nacional e internacional célebre artista,
al cual le debemos el mayor de los reconocimientos. Sino en el sentido de
serlos en carácter de profesores de educación física. No estudié tantos años
para entretener a nadie. Hasta dudo que deba estudiarse para algo así. Sea como
fuere, no puede ser médula de una carrera, reiteramos, lo que es eje de otras.
En otros países la recreación es una legítima carrera en sí misma, que comparte
un tronco comúncon la educación física, pero que no se trata de lo mismo. Desde
ya que no nos oponemos al manejo de un conjunto de actividades lúdicas por
parte del profesor de EF, sobre todo para los primeros años de la escolaridad
primaria. Sobre eso no hay discusión alguna. Ni sobre la extrema importancia
que tiene lo lúdico en la formación y desarrollo de todo ser humano. Lo que
ponemos en duda es la necesidad de ser tal actividad intervenida por un
profesor de educación física. Y paso a explicarme. De niño amaba jugar. Pasaba
horas en tales asuntos, serios e importantes, divertidos y significativos, sin
idea de fin, sin idea de la hora ni mucho menos, de que alguien debiera
demostrar superioridad sobre otro en algún momento. La magia del juego quedaba
hecha añicos a partir de la intervención de un profesor. Jugar ya no
representaba la idea de la pura actividad sin idea de fin, sino que se
transformaba en contienda, en manifestación tácita de que, a la postre, unos
eran mejores que otros. El profesor arruinaba el juego. Ya no era juego. La
pregunta que no puedo dejar de formularme es si, en esta pretensión no se
esconde una espantosa omnipotencia que nos hace creer que somos imprescindibles
en la conducta lúdica del ser humano tal que, sin nosotros, no podrían hacerlo.
No sólo entiendo que no hacemos falta, sino que malogramos tan hermosa
conducta, tanto individual como social. Es notable, escuche a los profesores y
lo que dicen en todo momento: “vamos a jugar a esto, vamos a jugar a lo otro”.
Y los niños gastan más calorías en el recreo que con el profesor de educación
física en el marco de una clase haciendo exactamente los mismos juegos. Solos
lo hacen mejor. Desde mi médula íntima debo confesar que no estudié tantos años
para profesionalmente hacer divertir a nadie. No me importa eso, en lo más
mínimo. Otros estudian para tal cometido y los felicito, hasta acudo a ellos.
Cuando la imagen de un docente en educación física se me viene a la cabeza, no
es la de “entretenedor” la que la adjetiva o, mucho menos, sustantiva. Nada
tiene de malo, reforzamos esta idea, el animar fiestas infantiles. Es un
dignísimo trabajo. Lo que cuestionamos es que en carácter de profesores de
educación física nos busquen para animar fiestas infantiles y para resolver
problemas de movimiento y de condición física ya no acudan más a nosotros. No
objetamos el circo, sino que como profesores de educación física seamos
cirqueros.
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Ahora
bien, para que las actividades lúdicas, las expresivas, las murgas, los bailes,
los mimos, los magos, los acróbatas y los clowns hayan copado la banca de la
educación física fue necesario que lo que antes la ocupaba, adquiriera la
categoría de punto. Desacreditar las actividades deportivas y
gimnásticas formó parte de la estrategia inicial la cual,
arbitrariamente, las vinculó ideológicamente a momentos nefastos de la historia
argentina. Gimnasia, deporte y técnica como sinónimos de opresión, de prácticas
elitistas y otras caracterizaciones tan fuera de lugar que sorprende. Tenemos
una población atacada por el flagelo de la obesidad y el síndrome metabólico,
sarcopénica, y cuando hablamos de la importancia del aumento de la masa
muscular estriada esquelética, los epistemólogos de la educación física
califica ese intento como promotor de “cuerpos hegemónicos”. Ya no entiendo
nada. Recordemos la estrategia motriz de dominación, por ejemplo, que emplean
las sectas religiosas más fundamentalistas… ¿no es acaso el baile? Señores
dejémonos de “hablar sin saber” demonizando la gimnasia y el deporte sin tener
la menor idea de lo que decimos. No es el movimiento, sino la intención lo que
cuenta. Si deseo oprimirte, lo puedo hacer con el baile, con el deporte, con la
gimnasia y hasta con un simple juego. Y si quiero ayudar a liberarte puedo
hacerlo con los mismos recursos. Nada justifica caracterizar la gimnasia, la
técnica y el deporte como malos en sí mismos ni como buenos tampoco. Lo que
cuenta es quien lo enseña y sus valores. Casualmente, los únicos que se han
planteado como transmitir valores positivos a través del deporte son,
precisamente, los profesores de educación física. Ni que hablar de la gimnasia.
Mi formación fue gimnástica. Tuve grandes maestros de la gimnasia (Tulisse,
Higa, Pelatto, Oliva, Ferreyra, Fernández entre otros) y les agradezco de por
vida que me hayan enseñado a pensar. En esa época, vuelve a señalar Sergio
Lüscher, solidaridad era cuidar al otro en su integridad, proveyendo ayuda
efectiva para que no sufra trauma alguno. Acoto que, desde pequeño, mis grandes
maestros de la gimnasia, fundadores del instituto en el cual luego me formé,
solían decir que gimnasia, atletismo y natación son los pilares de la educación
física y de la formación motriz integral del sujeto. No puedo estar en
desacuerdo, es casi visceral la sensación de que remamos en la misma piragua y
les devuelvo una sonrisa.
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La demonización
de la técnica acompaña este proceso degradante. Resulta extraño e
inverosímil: hacer bien está mal y hacer mal está bien. Vaya a entenderlo si
puede. Lo cierto es que desde las casas de formación en nuestra provincia ya
parece no interesar la ejecución correcta, dando la espalda a miles de estudios
biomecánicos y horas de análisis de movimiento por parte de los mayores
referentes del mundo. Técnica como opresión y dominio, turismo por lo
diferentes movimientos, sin importar cómo son ejecutados, situación que, a mi
humilde entender genera severas consecuencias. Por sólo mencionar algunas, la
configuración de “techos técnicos y psicomotrices” imposibles de superar y el
consecuente estancamiento obligado y, otra no menos promisoria, que es la no
necesidad de los estudiantes de esforzarse para la superación en sus propias
dimensiones técnicas. Absolutamente insensibles al analfabetismo motriz.
Inclusive, una idea dominante últimamente en los profesorados es que, aún como
analfabeto motor el sujeto puede tener una exitosa carrera en los deportes.
Tampoco puedo entenderlo. Analfabetos motrices jugando. Recuerdo que en nuestra
formación en la década del ochenta, y muy a pesar de las incipientes críticas a
esta perspectiva, las exigencias técnicas justificaban horas de práctica y
disciplina interior y exterior para lograr las performances mínimas. Ello
promovió un perfeccionamiento en la propia motricidad que aún hoy, a la
distancia, sigue resultando altamente beneficiosa y no puedo sino agradecer a
los profesores que, al respecto, fueron exigentes. Técnica no es opresión. Es
hacer bien las cosas y desde esa condición, poder seguir aprendiendo. “Ignorar
la biomecánica y la ergonomía es ignorar la técnica que se requiere no solo
para hacer más eficiente el movimiento sino para gozar del movimiento toda la
vida, conservar la independencia motora toda la vida, no lesionarse ni por
trauma ni por mal uso de la principal herramienta para gestionar la educación y
la salud, vaya sino a leer más de 30.000 trabajos científicos que lo
fundamentan en sólo los últimos 20 años claramente (y caramente) nosotros hace
algo más de 20 años equivocamos ese camino”, vuelve a acotar Sergio Lüscher.
Más claro, vierta agua.
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Por
consiguiente, ante la negación del sujeto de aprendizaje en tanto biológico y
la paralela negación de objeto de conocimiento en tanto objeto técnico, no
queda otra que hipertrofiar el concepto y la práctica de la enseñanza.
No estudiamos a quien le enseñamos ni lo que enseñamos, por consiguiente
estudiemos el enseñar por el enseñar mismo. Nuevamente, trate de entenderlo si
puede. La enseñanza es un puente entre el sujeto y el objeto. Estudiar estos
dos últimos facilita los anclajes y la ingeniería básica en la construcción de
dicha conexión. Si niego las dos orillas, la enseñanza es como un inmenso
puente a la deriva que pretende conectar dos costas tan alejadas entre sí que
termina por flotar a la deriva. Un estrepitoso puente flotante desconectado de las
dos orillas que justificaron su construcción. Formamos pseudo técnicos en la
enseñanza (para esto sí parece haber técnica) que desconocen la configuración
morfológica y funcional de los destinatarios y que ignoran, mucho peor aún, lo
que enseñan. Nuevamente, invitamos a que trate de entenderlo si puede. No digo
que deba omitirse, sino que es más importante aprender cómo aprendemos y
aprender a aprender. La enseñanza se autoconstruye a partir de estos tres
requisitos y su importancia no supera la de ellos.Sergio Lüscher complementa la
idea: “ustedes han visto el desarrollo de una clase de educación física de
estos métodos no metodológicos, de técnicas con el menor tecnicismo posible,
¿alguien observó clases de educación física de los cultores de esta nueva
educación física?, ¿cómo saben adóndellegaron?, ¿o también está mal
evaluar?”.
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El divorcio
de la educación física respecto a la salud y el deporte alarman. Hace
más de 20 años que lucho por maridar educación física y salud, mientras que
algunas corrientes epistemológicas califican esta perspectiva de “higienista o
higienicista”, casi como un calificativo peyorativo. Aristóteles entendía que
primero estaba la gimnasia, luego la medicina y en tercer lugar la cosmética.
La tenía más clara que nosotros. Lo cual pone de manifiesto que la educación
física no es ni debe ser un auxiliar de la medicina sino, quizás, todo lo
contrario. En una sociedad en la cual fuéramos bien educados en lo no
contingente, es decir, las cuestiones del cuerpo (movimiento y nutrición), la
enfermedad sería la excepción y, por ende la medicina se haría cargo de la
minoría. Hoy vemos que la salud es la excepción y su conquista y preservación
desde adecuados hábitos de movimiento parece ya no interesarle a la educación
física. Si la educación física le da la espalda a la salud… ¿no deberíamos
incorporar otra materia en la escuela que nos enseñe a vivir conforme a la
naturaleza humana en lo que a movimiento se refiere? Ya que no lo hacemos, al
menos dejemos que lo hagan otros. Con respecto al deporte, lo mismo: el deporte
pide a gritos los valores que sólo un profesor de educación física puede
aportar. Sin ellos, el deporte queda a merced de empresarios y representantes y
sólo por casualidad, podría eventualmente llegar a ser educativo. Por lo
general, sin profesores de educación física, no lo es. Creo que supimos ser los
únicos bichos raros procurando hacer del deporte, un fenómeno educativo. Mal no
vendría retomar esa iniciativa. Lamentablemente, hoy por hoy, los deportistas
que se aproximan a estudiar educación física no pasan de segundo año, huyen
despavoridos. La educación física impartida en los profesorados los espanta.
Tenemos que volver a atraerlos, que sientan atracción por nuestra carrera para
que luego, con todo lo aprendido, hagan del deporte en general y del suyo en
particular, algo aún más bello.
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La falta
de estudio del movimiento humano es alarmante. A veces me pregunto qué
carrera se encarga de hacerlo. Fisioterapia es fisioterapia y no kinesiología.
En nuestra provincia no se estudia kinesiología, no seamos hipócritas. La
educación física tampoco estudia al movimiento humano, excepto algunos casos
aislados de esfuerzos de algunos profesores y que intentan que la mano no se
suelte del todo y el movimiento termine por caer definitivamente en el abismo.
¿A dónde se dirige una persona que quiera estudiar el movimiento humano en sí
mismo? ¿Qué carrera sigue? ¿Dónde se inscribe? Hoy por hoy, en educación física
seguro que pierde gran parte de su tiempo. Personalmente elegí educación física
porque me fascinaban las dimensiones del movimiento y del pensamiento humano.
Tuve una gran profesora de filosofía en el cursado de educación física (Nilda
Garimaldi de Heredia) y un gran profesor que mostraba el movimiento humano en
perspectivas intrínsecas, como valor en sí mismo (Antonio García) y gracias a
ellos, y el aporte de otros profesores, los años de formación de grado valieron
la pena. A tal punto que, luego, el deseo fue tan grande que motricidad humana
y filosofía continuaron acompañándome. Hoy, en nuestras casas de formación,
estos ideales y contenidos brillan por su ausencia. Y no puedo dejar de
preguntar acerca del cómo estructurar y proveer solidez a una educación física
que niega el estudio del movimiento humano. Una vez más, trate de entenderlo si
puede. Si lo logra, ayúdeme a entenderlo porque después de tantos años de
intentarlo aún no alcanzo a dilucidar las razones de esta pavorosa exclusión…
¿habrá que estudiar mucho?
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La pobre
formación para la investigación es otro rasgo dominante. ¿Cómo
investigar sin conocer el objeto de estudio? No se enseña a investigar y la
posibilidad de una docencia divorciada de la producción de conocimiento es,
inclusive, una idea fuerte. Algunos piensan o, mejor dicho, afirman sin pensar,
que el propósito de la carrera es formar docentes y no investigadores. Es
decir, profesores que reproduzcan lo investigado por otros (si tienen
suficiente humildad) o que directamente enseñen la integración de sus propias
experiencias e intuiciones, que consideradas por ellos mismos como soberana,
terminan por constituir el corpus principal de sus clases. Desde mi limitada
capacidad de comprensión no alcanzo a captar la idea y, si la capto alguna vez…
¡no acuerdo con ella! La mentalidad de investigador es crucial para la
docencia. ¿Cómo ser docente si no me interesa la producción de conocimiento?
Nuevamente rescato la experiencia canadiense, en la cual pude observar que
desde el primer año de la carrera se trabaja en investigación. Para los grandes
referentes de aquel país, la enseñanza es casi un oprobio obligado. Si no
investigas estás condenado a enseñar. Si no lo sabes, lo enseñas, suelen decir.
Sin querer, describen nuestra triste realidad. En nuestro instituto (IPEF de
Córdoba) en casi 70 años no se ha producido ni un artículo, ni una publicación
con referato internacional. Por ende, ante la pregunta que suelen formularme
desde aquellas latitudes… “¿qué enseñan si no investigan?”…la respuesta tarda
en emitirse y no sin una alta cuota de vergüenza admito, ruborizado: “…lo que
investigan ustedes…”. Ello no implica la soberanía absoluta de la investigación
respecto a las otras dimensiones de la educación física, opina Horacio Anselmi,
como práctica sin contacto con la gente, con el diario trabajar y la
experiencia que en el día a día podemos ir adquiriendo. La práctica cotidiana
es crucial y de ahí surgen los problemas dignos de ser investigados. Las dos
dimensiones deben estar presentes.
·
Una consecuencia
derivada de este debilitamiento de la educación física respecto a la
prescripción del ejercicio físico y el problema de la condición física, tanto
de la población no deportiva como de los deportistas mismos, cualquiera sea el
contexto, disciplina o edad evolutiva, es la proliferación de sujetos que con
carreras cortas, no-carreras, de otras carreras o simplemente por el hecho de
haber sido deportistas o, a veces, ni siquiera eso, se dedican al entrenamiento
de grupos o personalizados. La población se encuentra en una fastidiosa
encrucijada: no puede contar con un profesor de educación física y debe apelar
a instructores o entrenadores personales cuya formación no puede ser acreditada
por los estudios realizados. Panorama complejo: si no estás en el sistema
educativo formal (¿qué porcentaje de la población está escolarizada?), estás
condenado a moverte en manos de vaya a saber quién. En nuestra ciudad
proliferan los grupos de “running” y entrenamiento en parques y plazas, lo cual
no está mal para combatir el sedentarismo y que la gente vuelva a motivarse con
el entrenamiento. El punto es que no hay control alguno sobre los aspectos
legales e higiénicos elementales. ¿Cualquiera puede entrenar a otro? ¿Por el
solo hecho de haber sido deportista o corredor puedo formar un grupo? No tengo
la respuesta, lo que sí pienso es que es hora de darle fortaleza a nuestra
carrera. Señores, de una vez por todas reforcemos nuestra carrera, construyamos
poderosas colegiaturas, les proveamos fortaleza en sus luchas gracias a una
currícula consistente y, desde allí, que sólo profesores de educación física
trabajemos en la prescripción del ejercicio, el entrenamiento. El modelo
paulista es digno de emular. Sólo trabajan como entrenadores personales
profesores de educación física, lo mismo que cualquier rubro de gimnasio. 82
mil profesores matriculados y no puede ejercer en caso de no ser profesor.
Obvio, tal defensa de las posibilidades laborales del profesor de educación
física está sustentado en la red curricular de su formación universitaria.
·
Un
capítulo aparte, y por cierto bastante extenso, merecen los estudiantes
de educación física. No sé por dónde empezar, tantas son las cosas que hay
por decir. Voy a expresarlo tal como me aparecen los enunciados en la mente
cuando asisto a los profesorados, sin procesamiento delicado ni pronóstico de
consecuencias. Lisa y llanamente, cada vez más seguido estas frases brotan,
tanto en mi cerebro como, imprudentemente, en boca también y muy a pesar del
fútil intento por evitarlas:
·
·
No quiero
trabajar con alumnos de pelo verde, “piercings” hasta por los codos y tatuajes
rituales inclusive en las orejas.
·
No quiero
alumnos vestidos con bermudas de jean, ojotas y camisetas de clubes de fútbol.
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¿Por qué
no intenta ir a la facultad de medicina o abogacía con bermudas y ojotas?
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Por favor
vengan vestidos con la más humilde las ropas de gimnasia, como profesores de
educación física.
·
¿Quién
les imprimió en la cabeza la idea de que educación física y estudio nada tienen
que ver?
·
No quiero
alumnos que deciden comenzar el cursado hacia la cuarta o quinta semana de
clase.
·
¿Por qué
tantos sedentarios estudiando educación física?
·
¿Jamás
consideró la posibilidad de estar físicamente preparado para la vida en general
y para estudiar esta carrera en particular?
·
Si usted
decide formarse como piñón fijo, negando la biología, el entrenamiento y la
condición física le solicito cortésmente que reflexione acerca de su extrema
hipocresía al aceptar luego trabajos que tienen que ver, precisamente, con todo
lo que usted negó durante su formación.
·
¿Para
cuándo la música clásica y la literatura?
·
¿Alguna
vez terminó la lectura completa de un libro?
·
¿Jamás va
a invertir en un libro?
·
¿Está
absolutamente decidido a nunca estudiar ni entrenar?
·
¿Por qué
ante la posibilidad de pensar por usted mismo elige cortar y pegar?
·
¿Por qué
le seduce lo fácil?
·
¿Por qué
juzga a sus profesores?
·
¿Por qué
tanta maledicencia y murmuración? ¿No tiene otra cosa en que pensar?
·
¿Por qué
se siente aliviado cuando percibe que las exigencias declinan?
·
¿Por qué
elige ser profesor y jamás sintió devoción y respeto por todo lo que ello
implica? Desde pequeño aprendí a amar a mis profesores, a admirarlos, a
agradecerles. Aún hoy, si voy por la calle y me los cruzo, freno y les dirijo
la agradecida mirada. El profesor sigue siendo mi garante ético, mi paradigma
de realización personal.
·
¿Por qué
trabaja en esto antes de recibirse?
·
¿No
considera la posibilidad de asistir a cursos y congresos?
·
¿Sabe a
lo que denomino alumno paracaidista? El que cae para la clase y ya está, o
considera que con eso ya está. No le podemos pedir que estudie antes, que haga
observaciones, que se prepare, que piense antes. Cree que su deber último es
solo estar presente en clase y nada más. Parece que su vocación última, en las
distintas actividades de la vida, es marcar tarjeta.
·
¿Por qué
planifica irse a Europa sin haberse recibido, como si este país le quedara
chico? Si le falta tanta formación… (en mi caso particular, fui tentado muchas
veces para radicarme en el exterior: nunca quise aceptar porque amo mi país y
me debo a su gente; viajo, entrego y recibo, trato de aprender más, siempre
regreso con el propósito de mejorar mi patria, porque aún con todos sus dolores
y heridas, incongruencias e injusticias, es mi patria y la amo).
·
Los reglamentos
internos para el cursado de las materias, seminarios y talleres no son
otra cosa que la base estructural de la mediocridad. La arquitectura de la
mediocridad tiene sus planos profundos en estos reglamentos. Leo y releo esos
reglamentos y cuando observo los derechos a tener sólo un 70% de asistencia y
otras permisividades comienzo a entender mejor algunos de los aspectos de lo
que está sucediendo. Parece que para la excelencia no hay reglamentos, o al
menos ninguno que haya pensado en ella y procure alcanzarla. La gran mayoría de
los alumnos usufructúa de esos derechos jugando con los límites para no quedar
libre. Como si el objetivo fuese zafar en lugar de formarse con la mayor
calidad posible. Personalmente no entiendo bien esos reglamentos. Los
estudiantes tienen que venir a clase y punto, dedicarse a estudiar y no
especular acerca de cuántas faltas pueden tener o cuántos trabajos prácticos
pueden desaprobar.
·
Precisamente,
entonces, el carácter público de la educación supone la
multiplicación de las responsabilidades y no de los derechos. Si quiere
estudiar como le queda cómodo, páguese una formación privada. Si quiere sólo
estar y no estudiar, demuele los cimientos de la educación pública. La
educación pública es una belleza, privilegio de muy pocos países. Cuidarla es
ser responsable y estudiar. Es pensar más en las obligaciones y
responsabilidades y no como me ajusto al reglamento interno para, sin estudiar
y sin mayores esfuerzos, transitarla con el menor grado de conflictividad
posible. Para eso, deje su lugar a quien realmente no puede pagar una privada y
de seguro transitará la pública con excelencia o, al menos, con el esfuerzo
elemental que el saber que es pagada por todos, supone. Precisamente porque es
pública y gratuita implica el comprometerme con cuerpo y alma.
En definitiva, la aspiración de
este opúsculo es instar a la reflexión y promover una buena discusión acerca
del perfil del docente que estamos formando. Puede estar de acuerdo o no,
sentirse molesto o no por el modo de redacción. Lo que sí es, bueno o malo, un
intento de llevar a nuestra carrera a un mayor nivel de jerarquía, a una
consideración social de mayor relevancia para no sólo devolverleaportar a la
sociedad valores diferenciales, sino también para un mayor reconocimiento por
parte de ella hacia nuestra educación física que se materialice en nuevas
posibilidades para su crecimiento y desarrollo.
Acota Sergio Lüscher: “en el país
los institutos de profesorados en educación física ya son innumerables, seguro
de alguno nos vamos a olvidar en la cuenta, 300, 500, 1000. Anualmente miles de
alumnos se inscriben para “estudiar” educación física, otros miles ¡se
reciben!, ¿con que examen de egreso? Hace años se discutió el examen de ingreso
para una carrera que requiere aptitudes físicas, psíquicas, sociales, y porque
no una espiritualidad singular que requiere la docencia, hoy ya no existe, en
nombre de la libertad se eliminaron los exámenes de ingreso, todos tenemos
derecho a hacer lo que se nos ocurra, aún ejercer la docencia, formar
ciudadanos porque a la vista de la historia cualquiera se recibe solo
se trata de completar permisos de examen, total, tampoco existe el examen
de egreso. Si usted no sabe qué estudiar y no le gusta estudiar,
anótese en algún profesorado de educación física que seguro se recibe. A la luz
de los hechos así funciona hoy”.
Para finalizar, me permito anexar
los comentarios del profesor Román Gorosito de Rosario, con quien compartimos
una gran amistad y perspectivas:
·
El relativo anacronismo de la preparación que ofrece la carrera: es decir, en un mercado que
reclama profesores para los gimnasios de musculación, las clases
personalizadas, los periodos pos kinésicos, el tratamiento conjunto con médicos
y nutricionistas de los problemas metabólicos y la prevención de los problemas
posturales, urge que el egresado tengas las habilidades para responder a estas
necesidades, las cuales se acrecientan año a año debido al estilo de vida de
población actual; en cambio, los alumnos siguen recibiendo una formación que
apunta a lo sumo a la educación física escolar, y digo a lo sumo porque
en realidad egresan con habilidades para hacer jugar, acampar, realizar peñas y
entretener a un curso escolar. En este contexto, el mercado laboral requiere un
tipo de profesor y de los ISEF´s se gradúa otro totalmente diferente, que
luego, lógicamente, por cuestiones de necesidad se inserta en estos campos
laborales y se desempeña con ineficiencia, apatía, y por sobre todo con falta
de rigurosidad.
·
Falta de coherencia entre lo necesario y lo que realmente se hace: esto lo vemos en el ámbito
escolar. Históricamente la escuela fue el complemento de formación respecto de
lo que el niño recibe en la casa, sobre el tema reflexionó hasta el cansancio
en celebre pedagogo Francesco Tonuci. Es así como, por ejemplo, un niño nacido
en el 60 o el 70 podía darse el lujo de jugar gran parte de la hora de
educación física en la escuela, ya que este niño tenía una formación física
casi impecable de la mano de deportivización general que reinaba en aquellas
épocas. Razonemos, antes de la explosión de internet y la tecnología, tomemos
el año 2000, la mayoría de los niños concurría a uno o dos deportes como
mínimo, además participaba de juegos al aire libre de real intensidad el resto
del día, así, ese niño mostraba una formación muy interesante, que se
completaba en el colegio la enseñanza de los fundamentos técnicos de los
deportes y con los ejercicios gimnásticos y atléticos, lo cual incluía un
tiempo importante para el juego. En ese contexto, en las escuelas había que
enseñar, computación, inglés, y unas cuantas materias más que aportaran lo que
el niño promedio no tenía. ¡Hoy el contexto cambio! Por favor despertemos. Hoy
un niño maneja la computadora mejor que un adulto, concurre a ingles particular
y dedica el resto del tiempo a jugar, pero a jugar en line. Por lo que el
colegio debería completar con lo hoy hace falta, esto es educación física, no
solo jugar, si no formarse y mejorar sus capacidades, para contrarrestar los
efectos de la vida sedentaria y repleta de comida que el niño de hoy lleva,
hacerse fuerte, coordinado, hábil en el manejo de su cuerpo y solo cuando esto
esté logrado podemos pensar en jugar sanamente, y sin riesgos. Me pregunto ¿de
qué sirve jugar con un niño escoliótico u obeso o con tanta falta de
coordinación básica que se lastima jugando? ¿es eso sano? Por esto, el colegio
Nacional de Ushuaia ha dado un primer gran paso. educación física 5 veces por
semana en la primaria, donde de la hora reloj que tiene juegan 10 minutos para
entrar en calor o como parte final, pero dedican 50 minutos diarios, casi 3
horas a la semana, unas 72 horas al año como mínimo a su formación física
básica, con los driles de la gimnasia, el atletismo, la halterofilia y la
natación; para garantizar que luego podrá jugar, practicar su deporte preferido
o realizar actividad física recreativa con las herramientas necesarias para
preservar su salud. Y luego de reflexionar sobre lo escrito: ¿un profesor que
recibe hoy en día está en condiciones de enseñar estos fundamentos?
El ilógico sedentarismo de un aspirante a
profesor de EF: quizá,
en lo personal, una de las cosas que más me fastidian. ¿Cómo alguien que dice
querer ser o ser profesor de educación física, no se mueve, no está en forma,
fuma, toma y vive de fiestas?, ¿no era que debíamos predicar con el ejemplo? Se
hace difícil entender o vislumbrar como trabajará y como mostrará un ejercicio
un profesor que no gusta de practicarlo, ¿cómo trasmitirá pasión por el cuidado
del cuerpo?, realmente se me hace difícil poner en palabras este punto, porque
es el que más me afecta emocionalmente, para mí, un profesor sin fundamentos y
sin amor por el movimiento y el cuidado personal, directamente no es profesor